viernes, 30 de julio de 2010

57 - CASABLANCA. Victor Fleming. USA, 1942.

Clásico entre los clásicos, son tantas cosas las que se han contado sobre esta película que parece imposible descubrir nada nuevo. Aunque también es cierto que, precisamente, por haberse dicho tanto siempre hay datos que se le escapan a cualquiera.

Por ejemplo, quiero empezar contando que Michael Curtiz, el cineasta que terminó firmando esta obra, tiene muchos puntos en común con Victor Fleming, el director que terminó firmando títulos como Lo que el viento se llevó. ¿En qué sentido? En el de que ambos se tuvieron que conformar con rodajes que habían iniciado otros. Si Fleming tuvo que recoger la batuta de manos de George Cukor para concluir las aventuras de Scarlett, Curtiz lo hizo en este caso con lo rodado por Howard Hawks (según John Wayne, este último habría filmado la mayoría del metraje).

Luego está la famosa anécdota de que el guión se iba transformando cada día, por lo que Ingrid Bergman hasta el final no sabía con cuál de sus hombres terminaría sus andanzas. La verdad es que esta forma de rodar, que se ha intentado repetir en numerosas ocasiones sin que se haya logrado ni un solo acierto, es uno de los múltiples encantos que se recogen en la película. Es más, esa incertidumbre es uno de los factores que, posiblemente, más ayudó a los actores a componer sus personajes.

También está lo de que, en principio, el título original iba a ser Everybody comes to Rick's, para terminar siendo Casablanca. Si tenemos en cuenta que esa ciudad africana es fea como pocas, hay que celebrar el gran trabajo de la dirección de arte al crear, en unos estudios, los espacios suficientes como para lograr un lugar con aspecto atractivo.

Y hablando de atractivos, hay que reconocer que nunca lo estuvo tanto Humphrey Bogart como en esta cinta. Entre su voz farragosa, sus recuerdos de un París romántico ("siempre nos quedará París") y esa supuesta homosexualidad que parece implícita en el final de la obra ("éste es el principio de una bella amistad"), está para comérselo, tanto por mujeres como por hombres.

Acabo de utilizar dos de las múltiples citas que han salido de este metraje. Pero es indispensable citar dos más por haberse convertido en sendos títulos de posteriores largometrajes, así como por el hecho de que una es real y la otra falsa.

La primera corresponde al supuesto futuro amante de Rick, y miembro de la legión francesa, cuando dice "reúnan a los sospechosos habituales". Literalmente, el título de la película que lanzó al estrellato como director a Bryan Singer (Sospechosos habituales, 1995), una cinta que también veremos en este blog.

La falsa, curiosamente, es la más extendida a nivel popular. Aunque no se dice en ningún momento de la película "tócala otra vez, Sam", es la frase que más veces se ha repetido entre amigos y colegas. De ahí sale Sueños de seductor (Play it again, Sam), la película con la que Woody Allen homenajea a esta obra maestra en 1972.

Sería inexcusable no comentar que esta película se podría utilizar como ejemplo de un casting que roza la perfección. Además de los deseables Bogart y Bergman, las labores de Claude Rains (el francés de Rick), Paul Henreid (el otro de la Bergman), Sydney Greenstreet (el asqueroso mercachifle) y Peter Lorre (el mejor despreciable de la historia del cine) son pequeñas pinceladas de maestría que confieren a este metraje el status de joya de la corona.

Para finalizar, por acabar en algún momento porque podría seguir ad infinitum, lanzo la idea de que, en algún parque temático, se podría crear la atracción Casablanca en la que pasear por el mercadillo, tomar unas copas en Rick's y poderse hacer un falso pasaporte. Porque el que vaya a la auténtica esperando encontrarse algo parecido a la película...

No hay comentarios:

Publicar un comentario