lunes, 31 de mayo de 2010

14 - EL PLANETA SALVAJE (Le planète sauvage). René Laloux. Checoslovaquia/Francia, 1973.

Aunque el comentario que aparece en EL sobre este trabajo de animación es bastante ambiguo, tirando a malo, lo cierto es que sí estoy de acuerdo en su afirmación de lo refrescante que es ver esta película.

Hija directa de la época de la psicodelia que provenía de ese final de los 60, y basada en una novela de Stefan Wul sobre la invasión rusa sobre los checos, este título es perfecto para ser visto con una dosis de ralladura en la cabeza.

La trama, aunque inspirada en esos hechos bélicos antes citados, en realidad es una versión de cuando de pequeños nos contábamos lo de "¿te imaginas que llegan unos monstruos gigantes y nosotros somos las hormigas y nos matan?". Porque así son los Oms, unos humanoides que, en manos de los Traags, los malvados grandotes, son tratados apenas como animalitos que mantener en casa. Hasta que uno de ellos, favorito de su dueña, se beneficia del sistema educativo del que disfruta su ama y, escapándose, inicia la revolución contra la raza dominante.

Los colores de la película son realmente atractivos, ninguno de los elementos tiene la más mínima relación con la imaginería Disney y, hasta las voces, crean una atmósfera de las que gustaban cuando la vida se intentaba desarrollar más allá de "las puertas de la percepción", Huxley dixit.

De hecho, para los que de verdad tengan interés por este título, mi consejo es que se vea una primera vez en estado totalmente limpio y otra con un par de cigarritos combinados encima. Se notará la diferencia y, si el segundo visionado es compartido, se tendrá una experiencia más que grata (que no hilarante).

Falta una última recomendación: fijaos en los detalles de los paisajes, ¡son tantas las influencias que podéis encontrar!

viernes, 28 de mayo de 2010

13 - FIEBRE DEL SABADO NOCHE (Saturday Night Fever). John Badham. USA, 1977.

Antes de empezar, me gustaría destacar que John Travolta cuenta en su carrera con tres títulos imprescindibles y los tres aparecen en EL. El caso que nos ocupa, Grease y Pulp Fiction, que ya irán llegando. todo un logro para un actor que está todavía en pleno rendimiento y que, posiblemente, todavía nos pueda ofrecer algún otro trabajo memorable.

Centrándonos ya en Fiebre del sábado noche, destacan en EL que la base de la historia, en su momento, fue falsamente publicitada como sacada de un reportaje periodístico sobre las costumbres de los jóvenes en los fines de semana.

Para España, el impacto que supuso esta película fue completamente diferente. Recién entrados en la Transición, ese periodo español que se viene estudiando en las universades del mundo entero como un proceso mayormente pacífico, los españoles estábamos dando palos de ciego en muchos sentidos.

Lo que se ve en la película es a un chaval de barrio bajo que curra toda la semana como un mamón, pero que se resarce de su cruz cuando, llegado el sábado, se maquea de arriba abajo y, al llegar a la discoteca, es el rey de la pista. Esto, unido al hecho de que con sus colegas hablan de sexo real, disponen todos de la facilona del grupo y se sienten plenos al echar un polvo en la parte trasera de un coche, presentó una perspectiva más que novedosa para los que aquí disfrutaban, de verdad, de la época del destape.

Y el cambio no vino sólo en cuanto a la forma de vestir o al hecho de defender que un tío que bailase bien también podía ser un machote. En aquellos años, la costumbre patria era salir los domingos por la tarde, un cambio que se notó profundamente cuando descubrimos que la ventaja de entregarte la noche del sábado a la fiesta era la de contar con todo el domingo para recuperarte de la paliza nocturna.

Tony Manero, la creación de Travolta, se ha convertido en todo un icono al que se ha copiado, en indumentaria y pasos de baile, hasta la saciedad. Incluso, hace poco, en nuestro país se realizó un concurso televisivo llamado Operación Tony Manero, cuyo fin era encontrar al protagonista de la versión teatral de este título, lo cual es señal suficiente del impacto de este personaje.

Así como su banda sonora, que encumbró a nivel mundial al grupo australiano Bee Gees, y que todavía consigue que tus pies comiencen a moverse non-stop cada vez que suena por los altavoces.

Recomendada para los días que tienes que salir y no te apetece nada. Esta película te pondrá las pilas. Compruébalo.

jueves, 27 de mayo de 2010

12 - LUNA NUEVA (His Girl Friday). Howard Hawks. USA, 1940.

Estaba claro que no podía faltar en EL la presencia de la comedia con el ritmo de diálogo más rápido de la historia del cine. Basada en la obra teatral de Ben Hecht, la genialidad de esta versión de The Front Page consiste en convertir al mejor reportero de la ciudad en mujer (una increíble Rosalind Russell) y dar el papel del canalla de su jefe, y ex-marido, a un Cary Grant en estado de gracia que logra aquí una de sus mejores interpretaciones.

La maestría del director se nota en que su presencia no se deja ver. Mientras que en pantalla las situaciones delirantes se siguen con una naturalidad que pasma, lo cierto es que hay que ser un auténtico genio para lograr dicha facilidad de continuidad.

Por supuesto, la grandeza de esta comedia viene de un guión magistral, salpicado de joyas en forma de réplicas que se reparten a lo largo de todo el metraje. Hasta el punto de que se podría recomendar a cualquiera que guste de recopilar citas de cine que se siente, libreta en mano, a disfrutar y recopilar toda la colección de maravillas que salen de las diferentes bocas que protagonizan este clásico maravilloso.

Desde antes de que se rodara esta versión, ya habían comenzado las numerosas versiones que se han hecho de la misma obra de teatro. De hecho, la que realizó Billy Wilder en 1974 con esa pareja de locos maravillosos, Jack Lemmon y Walter Matthau, también es una gozada para cualquiera.

Pero, insisto, ninguna ha alcanzado el ritmo desenfrenado de diálogo que, lejos de apabullar, no da respiro a tu tripa que se convulsiona con la risa sin fin que te domina. Todo un placer.

miércoles, 26 de mayo de 2010

11- LUCIA. Humberto Solás. Cuba, 1969.

Dividida en tres partes que se corresponden con tres momentos fundamentales de la historia de Cuba (1895, su independencia de España; 1932, el fallido derrocamiento del dictador Gerardo Machado; y los años 60, representativos del comienzo de las andanzas de la dictadura castrista), y con las historias de amor de tres mujeres llamadas Lucía, este título resulta de imprescindible visión por varios motivos.

El primero, por el retrato de las tres homónimas como representantes del desarrollo de los derechos de la mujer. En la primera trama, Lucía es una viejuna con pinta de solterona que, tras conseguir un pretendiente, ve frustradas sus ansias casaderas al enterarse de que el otro había dejado esposa en nuestro país. El segundo, una mujer, bella mas insulsa, que, tras el abuso y el desengaño recibido por parte de su supuestamente idealista marido, se queda vacía. Y la última, la nueva mujer revolucionaria, una belleza mulata que, para mantener su casorio a flote, se muestra resuelta a defender, frente a su reaccionario marido, el derecho a seguir trabajando y no quedarse encerrada en la cocina con la pata quebrada.

Evidente, esta última parte es la más propagandística de las tres: la cinta está rodada en 1969, justo una década después de la llegada del barbas al poder. Desde que comienza, la música que se escucha son canciones populares de las que trascendieron en su momento, en lugar de las incluso, a veces, macabras tonadas de las partes anteriores. A la gente se la ve sonriendo, viviendo con alegría mientras se dejan el cuerno en los campos y a la pareja protagonista se la ve desnuda y con calma en la cama, frente a las relaciones sexuales primeras, casi agónicas.

Dos secuencias merecen mención aparte: una violación múltiple de una pobre mujer que queda tarada, la Fernandina, y que consigue hacerte sentir el miedo y el asco; y una secuencia de batalla en la que hombres negros, completamente desnudos, luchan en una batalla montando caballos a pelo. Dos testimonios de la cercana relación entre deseo y matanza o, lo que es lo mismo, del morbo en estado puro.

Otro elemento importante para esta joya son los personajes de las cotillas de barrio: graciosas y muy divertidas en su punto casposo de estar pendientes de las vidas ajenas. De hecho, casi parecen sacadas de aquellas películas de Berlanga y Bardem de casi mediados del siglo XX. Entrañables.

Y no es lo único que tiene aspecto de infografía. Lo que de verdad hace que esta película se convierta en una gozada visual son la cantidad de influencias que se hacen sentir en su metraje. Desde el neorrealismo italiano, al cine mudo, a Einsenstein, llegando a los momentos más cursis de las traslaciones de las novelas de Barbara Cartland al Séptimo Arte (puajjj!), Lucía te permite crear un juego en el que, casi secuencia a secuencia, tienes que adivinar de dónde ha salido. Un ejemplo único, en todo lo que llevo visto en cine, de quilt (las colchas yankees que van a retales) cinematográfico.

Sinceramente, intentad ver la historia de estas tres mujeres que, con sus gritos de colofón en cada una de las historias, retratan la andanza de una isla que todavía está por ver dónde irá a parar.

martes, 25 de mayo de 2010

10 - EL EXORCISTA (The Exorcist). William Friedkin. USA, 1973.

Contaba yo 13 años de edad cuando descubrí los cines de sesión doble en los que te dejaban entrar a ver las películas calificadas para "mayores de 18". Mi primera sesión, ni más ni menos, incluía dos títulos tan dispares como Galáctica y El exorcista. La primera, me divirtió. La segunda, me hizo meterme aquella noche en la cama de mi hermano a dormir con él por el miedo que tenía. Y eso que él era más crío que yo.

Y no era para menos. Basándose en el caso real de un chico estadounidense que, decían, se había convertido en chica al ser poseído por el demonio, el autor de la novela, William Peter Blatty, concibió un libro que pronto se convertiría en best-seller.

El efecto de su traducción a la gran pantalla fue tremendamente mediático e, incluso, llegó a robar protagonismo, en su día, a nada menos que el famoso caso Watergate. Las razones, no sólo la revolución que supuso para el género de terror, sino también las consecuencias provocadas en los espectadores: desmayos, vómitos, aumento de poseídos en los USA... Y muchas nominaciones a los Oscar(c), incluyendo la de Mejor Película.

Los valores de la cinta residen en distintos apartados. Un factor fundamental son las tremendas interpretaciones: Ellen Burstyn, en su papel de madre, Jason Miller, como el experto exorcista que desface el entuerto, y Linda Blair, como la niña poseída. Todos ellos estuvieron nominados por sus trabajos, aunque se ignoró la fundamental labor de Max von Sydow, el experto liberador de demonios que muere en el intento. Todo un lujo.

Cabe destacar que, en aquellos tiempos, los efectos especiales estaban a años luz de las grandes imágenes que los ordenadores de hoy en día nos están permitiendo disfrutar. De ahí que se nominara a la Blair cuando, en realidad, la fuerza de su interpretación reside más en los caretos de zombie recién desenterrada que le ponen y en su cabeza jugando a la peonza que en la emoción que ella transmite.

Eso sí, en aquel momento, ver aquellos vómitos verdes, aquella voz de bicho malo que salía de la niña y esas convulsiones de cuerpo tan joven sobre el lecho, eran poco menos que los 3D que hoy en día nos impresionan en las grandes pantallas.

Además, la implicación de curas como intermediarios entre ser humano y demonio tocaba el terreno de lo sobrenatural, lo inexplicable, y añadía misterio a una trama que, en la España recién salida de la deleznable dictadura franquista, resultaba de lo más atrapadora.

A principios de este siglo, se trajo a la pantalla una nueva versión del original, con varias secuencias añadidas de las que, en su día, habían sido eliminadas. Esta revisión sirvió para dos cosas: primera, para darse uno cuenta de que la primera versión era perfecta, que se podían haber ahorrado estos añadidos; y, segundo, que a El exorcista le había pasado lo peor que le puede suceder a cualquier estrella de Hollywood. Había envejecido fatal.

En todo caso, las múltiples secuelas y precuelas a las que dio lugar, la continua influencia que ejerce en tantos otros ejemplos de este género, así como la innumerable cantidad de veces en las que estas imágenes han sido parodiadas, mantienen lo que en su día supuso este título para el cine de terror: su mayoría de edad.

lunes, 24 de mayo de 2010

9 - ALICE (Neco Z. Alenky). Jan Svankmajer. Checoslovaquia/Suiza/Reino Unido/Alemania Occidental, 1988.

Ahora que Tim Burton ha vuelto a poner de moda la historia de la niña que desaparece en un mundo maravilloso persiguiendo a un conejo blanco (un 10 visualmente, demasiado narniana en su historia), es buen momento para ocuparnos de esta rareza que aparece en EL.

Su autor, Jan Svankmajer, es uno de los grandes en el mundo de la animación de la Europa del Este, pero en lugar de encontrarnos con un trabajo de autor, como defiende EL, la realidad es que este título resulta decepcionante por diversos factores.

En primer lugar, en vez de encontrarnos con paisajes fascinante, nos sentimos con una claustrofobia rabiosa porque apenas se nos saca del cuarto inicial donde la niña crece y decrece a base de galletitas y tal. El ahogo se hace patente.

El rostro de la protagonista, que es mono y tal, y es la única faz humana que se ve en la película (a su guardesa sólo se la ven las manos al principio, se convierte en antipático al serle adjudicado un lado narrador, reiterativo, por el que cuando, por ejemplo, el conejo dice la consabida O, dear, O, dear, la boca de la niña dice comentó el conejo. Realmente antipático.

Por último, los personaje de todos conocidos (el conejo blanco, o el Sombrerero Loco al que ahora todos ponemos rostro de Johnny Depp) parecen creados con los restos encontrados en un nido de águilas, con calaveras de pajarracos y huesos imposibles de ubicar en ninguna anatomía.

Lo cierto es que este tipo de animación nunca ha sido de mi agrado, ésa que parece que todo va a trompicones, salvo por la tremenda influencia que ha tenido en genialidades actuales como toda la saga South Park.

viernes, 21 de mayo de 2010

8 - EL SEXTO SENTIDO (The Sixth Sense). M. Night Shyamalan. USA, 1999.

No son muchas las ocasiones en las que una película llega precedida de fama de sorprendente y cumple, por completo, las expectativas. Sin embargo, con todo el revuelo creado en cada uno de los países donde se iba estrenando, al llegar a España confieso que fui de los que me la creí de cabo a rabo.

Bastante era que resultara creíble un niño que veía fantasmas, y sufría por ello, como para imaginarse que su psicólogo era una de dichas apariciones. Y en muy buena parte se debe al excelente guión del también director, M. Night Shyamalan, quien,
para mi gusto, no ha vuelto a dar en el clavo salvo en su siguiente rodaje, El protegido (2000).

Pero no hay duda de que la auténtica clave de que este título naciera como clásico está en las poderosas interpretaciones de los tres protagonistas. Bruce Willis, con una contención que pocas veces utiliza y que aquí era básica. La madre, Toni Collette, realmente fantástica dejando ver en su cara la tremenda angustia que le provoca el extraño don de su hijo. Y, sobre todo, como también destacan en EL, el niño, un Haley Joel Osment en estado de gracia que se convierte en verdadero estandarte de toda la trama.

De hecho, si este papel lo hubiera interpretado el actor no adecuado, toda la cinta habría caído en picado. Es a él a quien el espectador necesita para meterse de lleno en una trama que asusta tanto como asombra, que fascina tanto como provoca rechazo en el plano de la realidad.

Porque, en definitiva, de lo que se trata en El sexto sentido es sobre uno de los temas que más quebraderos de cabeza ha sufrido el ser humano. ¿Hay vida después de la muerte? ¿Nos podemos comunicar con los muertos?

A día de hoy, yo sigo creyendo que yo no puedo, pero ese niño sí. Sin duda.

jueves, 20 de mayo de 2010

7 - MEMORIAS DEL SUBDESARROLLO. Tomás Gutiérrez Alea. Cuba, 1968.

Rodada como un docudrama, esta película sorprende porque, pese a contar ya con más de treinta años de edad, es una crítica mordaz contra la dictadura castrista, y contra el capitalismo, de la forma más efectiva posible.

A través de las andaduras de un personaje central, asistimos a todos los cambios que tuvieron que masticar los cubanos con la llegada de Fidel al poder. Tanto en los paisajes, como en las gentes de las calles y, sobre todo, en las dudas mentales de los personajes, nueve años después del derrocamiento de Batista, asistimos a ese intento de comprender y aceptar lo que está sucediendo alrededor.

Comparada con la panfletaria (aunque preciosista) Soy Cuba, del ruso Mijail Kalatozov, rodada cuatro años antes, en 1964, esta cinta trasciende por su planteamiento realista, por la facilidad que encuentra el espectador para comprender lo que le sucede al protagonista y por la tremenda realidad que ofrece al hacernos ver que, independientemente del gobierno que las personas tengamos, los anhelos, deseos y necesidades del ser humano siguen siendo los mismos.

Esta es la razón principal de que este título sea de imprescindible visionado. El ser humano es un pozo de contradicciones y, siempre, susceptible de un egoísmo brutal que le lleva a cuestionar todo lo que sucede en su entorno, desde el punto de vista más subjetivo que se pueda imaginar.

Dicen en EL que ésta es la película cubana más internacional que ha existido. Bueno, puedo estar de acuerdo hasta la llegada de la sobrevalorada Fresa y chocolate, codirigida también por este cineasta y que llegó a ser una de las nominadas al Oscar(c) a la Mejor Película de Habla No Inglesa y que debió su popularidad al hecho de hablar de la homosexualidad, uno de los tabúes de la isla caribeña.

En definitiva, el gran logro de Memorias del subdesarrollo es que nos lleva a identificarnos, en uno u otro momento, con un personaje que, aunque nos resulte antipático, es simplemente persona.

miércoles, 19 de mayo de 2010

6 - LOS VAMPIROS (Les Vampires). Louis Feuillade. Francia, 1915.

Uno de los asombros que me ha proporcionado EL ha sido el visionado del primer serial cinematográfico de la historia. Se trata de Los vampiros, un total de diez episodios con trama policiaca en los que los agentes de París, con la ayuda de un periodista, andan a la caza de la banda de maleantes que da título a la película (lo siento, nada que ver con True Blood).

Sumando en total unos 440 minutos de duración, mi consejo es que se vea, efectivamente, como lo que es y disfrutar un episodio cada día. O depende, porque lo cierto es que la duración de los capítulos no es uniforme y puede variar de la media hora a poco más de la hora.

Resulta fascinante que, a tan temprana edad del cine, se combinen interiores y exteriores en las tramas con total dominio de la técnica, que los personajes estén tan bien construídos y que haya momentos simplemente hilarantes (el episodio 8 es de carcajada pura).

Además, te da la oportunidad de conocer a Musidora, una de las musas principales del cine mudo que alcanzó el estrellato por este trabajo y que, en su día, incluso dió nombre a una de las productoras independientes del cine español. Y de gozar de los efectos especiales que, adelantados por Méliés y Segundo de Chomón, ya empezaban a crecer logrando mejorar el espectáculo.

Para terminar, este serial es un antecedente tan claro de los que vendrían después que ya aquí se pueden encontrar personajes que mueren y reviven con una facilidad que da pasmo. Aparte de numerosos personajes secundarios que le dan mucha vidilla.

martes, 18 de mayo de 2010

5 - SIETE NOVIAS PARA SIETE HERMANOS (Seven Brides for Seven Brothers). Stanley Donen. USA, 1954.

Basada en un relato corto de Stephen Vincent Benet, quien se había inspirado en el rapto de las Sabinas para su trama, su historia dio lugar a uno de los musicales imprescindibles de la historia del cine. Esta película destaca especialmente por dos valores fundamentales: su pertinaz machismo, también destacado en EL, y un sentido de la estética tan pronunciado que la convierte en una de las cintas "más bonitas" jamás rodadas.

Respecto al primero, desde que, al principio, el hermano mayor sólo tiene que llegar al pueblo y elegir a la moza que considera más conveniente para hacerse cargo de su cochina versión de los siete enanitos y ésta cae rendida a los encantos de "el macho", vemos que poca determinación se les concede a las hembras. Más cuando las otras seis novias del título se adelantan a lo más tarde conocido como "síndrome de Estocolmo" al caer rendidas a los encantos montañeses de sus raptores.

En cuanto a lo segundo, los paisajes de calendario que se disfrutan, tanto en su versión primaveral como en la invernal, se ven todavía más bellos con la aparición de un reparto, tanto masculino como femenino, que acentúan su podería físico con un vestuario de grama cromática vivaz que los convierte, sencillamente, en habitantes del Olimpo.

Lo mejor de todo, en cualquier caso, es lo bien que están aprovechados estos actores. Por ejemplo, Jeff Richards, el que da vida a Ben, es un armario de tres cuerpos que desaparece en los números de baile, salvo cuando llega el momento final de acoger en sus poderosos brazos a su pareja. Papel que estuvo interpretado por la escultural Julie Newmar, treinta años más tarde homenajeada en la película mainstream sobre las drag-queens, A Wong Foo, gracias por todo, Julie Newmar (Beeban Kidron, 1995).

En todo caso, los números musicales que se ofrecen son de una calidad superior que cuentan, por ejemplo, con la presencia de Matt Mattox, un consumado bailarín al que da gusto ver meneando su hacha de tal forma que parece uno de los bastones de Fred Astaire.

Pero no son ellos los protagonistas, sino una Jane Powell, más rubia que nunca, Russ Tumblyn, feíto y más gracioso que nunca, y, sobre todo, un Howard Keel quien, con su voz y su estado físico en mejores condiciones que nunca, consigue redefinir el concepto de "el hombre".

Falta añadir que parte del éxito de esta cinta fue que, de forma casi moña, justificaba la práctica común de los años 50 del siglo pasado de las parejas: la de fugarse las parejas para casarse en secreto.

lunes, 17 de mayo de 2010

4 - NOCHE Y NIEBLA (Nuit et bruillard). Alain Resnais. Francia, 1955.

Como era de esperar, en EL son varios los trabajos que se ocupan de un episodio de la historia tan terrible como el Holocausto judío. Desde una serie de 9 horas (Shoah), alguna película (La pasajera) o el mediometraje del que me ocuparé a continuación.

Diez años después de que terminara la II Guerra Mundial, Resnais hizo un trabajo documental de poco más de media hora en el que combinaba imágenes de archivo rodadas en los campos de concentración en pleno funcionamiento con otras que muestran el aspecto de esos mismos y terribles espacios una década después.

Precisamente, ahí es donde radica la fuerza de este espectacular trabajo. Porque ver la pinta de Auschwitz después de cotejar con las imágenes de los cuerpos maltratados, malnutridos y, sencillamente, horrorosos que son movidos como rebaños de ganado, o tirados a una fosa común con múltiples laceraciones, es un espectáculo que se te queda grabado en el alma.

Destacan en EL que otra gran ventaja de este dossier es el no culpar tan sólo a los malditos bastardos nazis, sino que destaca la responsabilidad pasiva de los que, aún estando alrededor y siendo conscientes de lo que sucedía, no quisieron o supieron enfrentarse a una situación que llegó a estar fuera de control.

En todo caso, para mí, lo más estremecedor de este título son precisamente esas imágenes que basta ver para que la voz en off que se escucha a lo largo de su recorrido deje incluso de tener sentido. Efectivamente, una imagen vale más que mil palabras, y el hueco vaciado de un ojo en un cadáver esquelético dice más que cualquier texto que ningún guionista hubiera podido imaginar.

Está claro que el trago de Noche y niebla le deja a uno con el cuerpo del revés, pero creo que es importante que se vea esta joya. Un consejo: prepara tu comedia favorita para justo después de este trabajo. Lo agradecerás.

viernes, 14 de mayo de 2010

3 - PRETTY WOMAN. Garry Marshall. USA, 1990.

Teniendo en cuenta que, a lo largo de las entradas en este blog, me voy a referir muchas veces al libro de Las 1001 películas que ver antes de morir, he decidido que, a partir de ahora, lo citaré como EL (El Libro).

Pues bien, en EL, lo primero que me llamó la atención fue que incluye tanto cortos como largometrajes, incluso series de televisión. Ymezcla cine prácticamente desconocido a nivel mundial con algunos de los mayores éxitos comerciales de todos los tiempos.

Para muestra un botón y, para comenzar el finde, vamos con Pretty Woman, la película que nos hizo soñar a todos con ser putas, o con ser un cliente como Richard Gere y encontrarte una profesional del sexo como Julia Roberts.

Aunque en EL la comparan con las comedias de los 40, y no digo yo que no, varios factores convierten a esta cinta en un título destacable. En primer lugar, de un proyecto que iba a ser protagonizado por Daryl Hannah (quien finalmente declinó por su relación en aquellos tiempos con John John Kennedy) y con visos de drama social, finalmente el giro hacia la comedia costumbrista le vino de perlas.

Entre los elementos que destacan está esa presencia de una especie de Cenicienta venida a menos (su pureza queda clara cuando le ofrece condones de diferentes colores y sabores a Gere), propietaria de unas piernas que parecen autopistas y con unos modales provincianos, no por ello menos encantadores.

Además, aparte de ese estupendo príncipe, cuenta con varios personajes construídos como si salieran de los moldes de la factoría Disney. El malo de la historia, el abogado de Gere, es gordo, bajito y muy mal hablado. El recepcionista-confidente es como es búho sabio del bosque que sabe ver, tras la mascarada de la prostitución, el alma sensible de la prota.

Y, sobre todo, la compañera de piso y profesión de la Roberts, una estupenda Laura San Giacomo, que es como el mapache de Pocahontas. Un seguro de risas cada vez que aparece, pese a contar con una vulgaridad controlada y una capacidad de ser su Pepito Grillo, también.

El desarrollo de la historia forma parte de un entramado global magistral que crea y determina un guión que roza la perfección. La información sobre los personajes nos es dada a gotas, según los personajes se cogen confianza, lo que da una sensación de realidad y lleva a las acciones al terreno de lo posible.

Por supuesto, el "happy ending" de la cinta es no sólo necesario sino lo que todos los espectadores necesitan. Porque ella no es puta, sino una mujer joven y perdida digna de ser rescatada.

Para concluir, aparte del afán de hacer desear a tantos ponerse en la calle a ofrecer sus encantos amatorios (sí, tanto a chicas como a chicos, doy fe, una propuesta peligrosa en el reaccionario marco de Hollywood), la conclusión final del personaje callejero que grita a los vientos: "Bienvenidos a Hollywood, el lugar donde todos pueden conseguir sus sueños", es la principal máxima de la que se ha nutrido el cine desde sus inicios. Esa pantalla plateada que, en la oscuridad, nos consigue convertir en algo ajeno a nuestra realidad.

También le aplicaría a este título el calificativo de "imprescindible" pero, a estas alturas, ¿quién no la ha visto ya? ¿Más de una vez?

jueves, 13 de mayo de 2010

2 - TAMPOPO. Juzo Itami. Japón, 1985.

Por seguir un poco con las rarezas que habitan las páginas del libro-guía que estoy comentando, pego un salto a Tampopo, una delicia nipona que convierte, más que otras que lo han intentado, a la gastronomía en todo un recital erótico, realmente apetecible.

Su director, Juzo Itami, fue un cineasta del país del sol naciente que comenzó su carrera como actor apareciendo en películas como 55 días en Pekín o Lord Jim. A sus 50 años de edad, dio un giro a su carrera y comenzó a aparecer como productor, guionista y director de varias películas, con una tendencia clara hacia la comedia. Situación que mantuvo hasta el mismo año de su muerte, 1997, fecha también de su último trabajo.

Tampopo, su segundo título, es la historia de una viuda, alegre de mente, fuerte en su determinación de conseguir ser la mejor cocinera de ramen (los fideos japoneses gordos). Aunque en el libro se centran en destacar los tres temas principales de la obra (la comida, el sexo y la muerte) no hay que dejarse llevar por la pereza que pueda provocar este supuesto simbolismo.

Lo que de verdad convierte a esta cinta en una obra grande es, precisamente, la forma naif y casi pop en la que presenta las fascinantes imágenes que recorren la mente de la protagonista en su camino hacia el éxito: su propio restaurante.

Fue el propio Itami quien definió a Tampopo como un ramen western (en clara referencia a los spaghetti western de Leone), pero no hay película del oeste que haya incluido, con tanta gracia, unas secuencias coloristas en las que la mujer se ve a sí misma como un objeto de deseo de su propia arte culinaria.

Las carcajadas que arranca el visionado de esta obra son de las de verdad, las que vienen desde la tripa, por varios motivos. El primero es, desde luego, el desconocimiento previo de un cine tan disparatadamente divertido. Hasta esta película nunca se me habría ocurrido que una película japonesa pudiera recibir de forma artera el calificativo de petarda.

El segundo, una interpretación por parte de Nabuko Miyamoto, la Tampopo del título, digna de ser recordada en los anales del Séptimo Arte aunque sólo fuera por este trabajo.

Por último, una presentación tan colorista y viva que da alegría desde el momento que te pones delante de la pantalla. Una festividad cromática que sólo se verá superada quince años después con la producción tailandesa Las lágrimas del Tigre Negro.

Pese a que esta película obtuvo diferentes galardones en los Goya japoneses y fue una de las finalistas a la Mejor Película de Habla No Inglesa en los Premios Independent Spirit (ganó Mi vida como un perro, de Lasse Halsltröm), lo cierto es que nunca consiguió distribución en nuestro país. Bueno, como tantas otras...

Para terminar, sé que mis dos primeras entradas son de títulos difíciles de conseguir, pero mañana sin falta hablaré de una película mucho más popular, que también abundan en el libro que me ocupa.

miércoles, 12 de mayo de 2010

1 - FORCE OF EVIL. Abraham Polonski. USA, 1948.

Para mi primera entrada, he elegido una de las rarezas que aparecen en el libro y que, realmente, es uno de los motivos por los que me empeño en el ejercicio de intentar verlas todas.

Además, me sirve como ejemplo de que la edición de mi ejemplar, aunque parezca tan cuidada, tiene diversas erratas que pienso ir destacando. En este caso, Force of evil aparece traducida como La fuerza del destino, algo que no le corresponde ni de lejos. De hecho, tras comprobarlo en la página del Ministerio de Cultura, esta película no tiene traducción por no haber sido nunca estrenada en nuestro país.

En todo caso, y gracias al padrinaje de Martin Scorsese, esta película se puede conseguir en una edición básica en DVD, en su inglés original pero sin subtítulos ni extras ninguno.

Eso sí, merece la pena, porque es una de esas joyas en blanco y negro que, por momentos, parecen superar al actual sistema en 3D dado que, de la perfección de la imagen, da más apariencia de ser un sobreimpresionado que una cinta rodada en el clásico 35 mm.

En el libro, que está escrito por un amplio grupo de críticos de buena parte del mundo, comparan a esta joya con La noche del cazador, comparativa que no comparto porque mientras que en ésta los niveles de crudeza se logran a través, sobre todo, de la impresionante interpretación de Robert Mitchum, en el caso que nos ocupa lo que aportan los protagonistas es más delicadeza y elegancia a un guión ya de por sí exquisito.

El director, Abraham Polonski, es uno de esos personajes curiosos que han desfilado por la historia del cine y al que, de no haber sido, posiblemente, por su inclusión en esta lista, nadie recordaría. Y eso que en el año 1947, justo uno antes que este título, estuvo nominado al Oscar(c) al Mejor Guión Original por Cuerpo y alma, de Robert Rossen, también protagonizada por John Garfield.

Enmarcada en el más puro estilo del cine negro, lo que hace Polonski es darle la vuelta a la tortilla y pasar de un formato en el que los héroes, o antihéroes, hablan con el chicle en la boca (querido Bogart), a una presentación en la que su protagonista, el antes citado Garfield, recita más que interpreta su texto.

Además, los enemigos a los que se enfrenta no sólo son gordetes y torpones, sino que uno de ellos es su hermano. Esto último le da a la película un toque shakesperiano por la tendencia del Bardo a contarnos entresijos chungos familiares entre las familias reales de Dinamarca, por ejemplo.

Aunque, en el cine, las voces en off son herramienta delicada que siempre hay que cuidar de forma restringida, la constante aparición de la voz de Garfield, concluyendo o presentando las tramas, son casi respiros de recital en los que te dejas llevar por una voz que es arrullo.

Desde luego, en este caso, sí que deberíais intentar no perderos esta película antes de diñarla.

martes, 11 de mayo de 2010

LAS 1001 PELICULAS DE LECHON

Hola, a todos,

El motivo de este blog es el dejar constancia de una labor autoimpuesta con la que estoy disfrutando mazo: el intentar ver todas las películas que aparecen en (mi edición) el libro de "Las 1001 películas que ver antes de morir".

Yo, cinéfago empedernido, confieso que ya eran bastantes las que tenía vistas cuando el libro llegó a mis manos. Es más, algunas de ellas las he visto incluso en varias, o muchas ocasiones. Así que, dado que, de momento, no tengo salida para que se "escuche" mi voz, mi querido amigo Fran Franco ha sido el artífice de que ahora cuente con esta vía de expresión.

También, antes de empezar, tengo que agradecer a una serie de personas este nuevo proyecto. A mi también querida Nuria Milady Alonso, por aplicar la idea de la que disfrutamos juntos gozando con la Streep en Julie y Julia. A mi adorada Laura Lechón, por ser amiga, confidente y suministradora para este y todos los proyectos. A mis queridos Esteban Crespo, Daniel Rebner, Héctor Turiel y Enrique Costa por ser grandes amigos y proveedores de tantos títulos.

Y, en definitiva, a toda la gente de mi vida que entiende que mi gran pasión, el gran amor de mi vida es un arte. No es el primero, es el Séptimo, pero tiene la ventaja de que es eterno.

Mi intención, así de entrada, es la de incluir cada día una reseña nueva de una de las 1001 películas de mi edición (insisto en esto porque ya han salido distintas con distintas variantes en los títulos, sobre todo en los últimos años). No pienso seguir ningún tipo de orden ni concierto, la verdad, simplemente elegir en el momento la película de la que me apetezca hablar.

Nada más, que espero que al menos algunos os apuntéis a seguir esta aventura, y que espero vuestros comentarios, aunque no los pienso responder.

Besos para todos y ¡a por ellas, que son poco más de mil!

Manu Lechón