Entre diversos intentos para lograrlo, destaca especialmente el título que nos ocupa, una cinta difícil de tragar, pero fascinante por lo que ha supuesto para el Séptimo Arte.
Sin distinguir el tiempo en el que se desarrolla cada momento de la trama, tres personajes conocidos simplemente como A, X y M, conforman una narrativa en la que el recuerdo del verano anterior se entremezcla con la situación "actual", sin dejar claro por dónde andan los tiros.
Teniendo como escenario el lugar de veraneo Marienbad (muy popular en su momento, de hecho Thomas Mann lo cita en su primera novela, Los Buddenbrook), la excelente fotografía en blanco y negro y la aparente inmovilidad de los elementos humanos que se muestran logran que nos traslademos a ese tipo de espacios oníricos en los que no sabemos muy bien ni qué, ni cómo, ni cuándo nos va a suceder lo que tenga que pasar.
La protagonista femenina de esta cinta es Delphine Seyrig, una actriz a la que veremos en otras entradas de este blog y que fue una especie de musa para los cineastas que querían adentrarse en la mente a través del Séptimo Arte (Marguerite Duras en India Song, verbigracia). Sin embargo, la escasa popularidad de que goza hoy en día este tipo de películas hace que resulte prácticamente imposible encontrar a nadie que pudiera reconocer su cara en ningún fotograma.
Como demostración de que este fenómeno, puramente europeo, interesaba a ambos lados del charco, Marienbad estuvo nominada al Oscar(c) al Mejor Guión Original en su momento, aparte de ganar el León de Oro en el Festival de Venecia.
Adelanto desde ya que para los que el cine de los 80 sea demasiado clásico, esta película será una pastilla difícil de tragar. Pero para los que amamos el cine como arte, este periodo resulta absolutamente imprescindible para comprender lo que el tiempo nos ha traído después.
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