martes, 29 de junio de 2010

34 - FELLINI OCHO Y MEDIO (Otto e mezzo). Federico Fellini. Italia/Francia, 1963.

Vuelve el genio italiano con nosotros y con la que, sin duda, es su película más autobiográfica. 43 años tenía este prohombre cuando se lanzó a rodar una cinta con la que jugó, a su peculiar forma, a Casablanca. No sólo les contaba a los periodistas que no tenía idea de lo que iba a pasar, sino que el propio Marcello Mastroianni (su doppelganger) ignoraba lo que iba a suceder a continuación.

Y no es para menos. En esta cinta casi nueve (el título viene porque Fellini dijo que antes había rodado siete títulos y medio, el capítulo de Bocaccio 70), el cineasta vuelca todos sus anhelos, dudas y planteamientos que le ocupan la cabeza antes de cada creación. A modo de parto, nos va llevando por las diferentes fases que le suponen dar a luz un nuevo film.

Rodada en blanco y negro, algo que aumenta su cualidad onírica, nos vamos encontrando con los distintos personajes de relevancia en su existir. Su madre, su mujer, su amante, el productor... Pero no nos equivoquemos, son ellas, las mujeres, las que marcan profundamente cada uno de sus pasos.

Ante la realización de este complicado entramado, fueron serias dudas más que grandes expectativas las que recibieron su estreno. Pero los escépticos se quedaron pasmados ante esta maravilla que reúne tantos de los parámetros que conlleva la maternidad artística. Primer premio en el Festival de Moscú, Oscar(c) a la Mejor Película de Habla no Inglesa...

Personalmente, el mayor logro de esta cinta es desnudar todos los afanes por los que pasamos los que aspiramos a dar a luz una obra de arte. Aunque en mi caso tiro más por la literatura que por el cine, reconozco muchos de los momentos por los que pasa Mastroianni/Fellini. Los artistas somos así.

Y, más recientemente, base de un musical, Nine, con el que Antonio Banderas triunfó en Broadway y Penélope Cruz logró su tercera nominación a la dorada estatuilla.

Es lo que tienen las obras eternas, que dan mucho de sí.

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