jueves, 3 de junio de 2010

17 – INDEPENDENCE DAY. Roland Emmerich. USA, 1996.

Como habéis podido comprobar los seguidores de este blog, en mayor o menor medida, suelo estar bastante de acuerdo con la elección que han hecho en EL de los títulos que aparecen recogidos en su índice.

Si hay una discrepancia que no puedo evitar es, precisamente, este panfleto pro-USA que no hay Buda que se lo trague. Aunque en el comentario que se puede leer se apunta su clara tendencia partidaria, y muchos de sus otros defectos, lo cierto es que no hay manera de justificar su presencia como una de "las 1001 películas que ver antes de morir".

Menos cuando la razón que arguyen es que sus efectos especiales son una especie de prodigio. Son cientos los títulos que se me vienen a la cabeza que superan, en todos los sentidos, lo que se ofrece en este panfleto reaccionario. Sirva como ejemplo El día de mañana, fruto del mismo director en el 2004.

Señores míos, no hay nada, pero nada de nada que pueda defender este pastiche absurdo que lleva su estupidez hasta el punto de que el héroe que consigue destruir la nave enemiga es un borrachuzo, al que hemos visto a lo largo de la cinta como un pringado sin remisión, que termina dando su vida por su país (y, por supuesto, por el planeta entero). Aún menos cuando lo hace de esa forma kamikaze que rezuma fascismo por todos sus poros.

Vale que Will Smith está gracioso, un poco, y que los presidentes a la Clinton tienen su chispa, pero ésa no es razón de peso, ni mucho menos, para que nadie se trague las casi dos horas y medias de tostón que dura este desastre fílmico.

Sinceramente, si a alguno de los que me leéis os diera por aprovechar el puente para perder el tiempo viendo este ladrillo, me daría rabia. Hasta me cabrearía.

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