De entrada, reconozco que la primera vez que vi esta película me pareció de una vulgaridad tan extrema que la deseché como bajuna. Sin embargo, y ante la sorpresa inicial de verla incluida entre las que se recogen en EL, me la puse de nuevo y lo cierto es que me partí la caja.
Por distintos factores. El primero, que Ben Stiller es un cómico genial, sin más, y aunque me sigue angustiando el momento en el que se pilla el miembro con la cremallera, tiene subidones realmente enormes.
A su lado, la increíble Cameron Diaz que consigue lucir su flequillo enlefado con una gracia que tan sólo las grandes logran tener. Es su momento cumbre, aunque tiene varios de quitarse el sombrero.
Dos piezas fundamentales también son la vecina Magda (una inmensa Lin Shaye) y su perrito faldero, que proporcionan momentos delirantes. Entre la obsesión por el bronceado de ella y el pedo lisérgico del bicho, la risa está servida.
Gracias a EL, descubrí que la genialidad de sacar a dos músicos en diferentes momentos a lo largo de la cinta cantando las andanzas de Mary no era algo original. Existe una película titulada, en España, La ingenua explosiva (Elliot Silverstein, 1965) en la que dos músicos, uno de ellos Nat King Cole, hacen exactamente lo mismo pero cantando las aventuras de Cat Ballou, la mujer que da título a la versión original. Una gozada que merecía la pena ser homenajeada.
Es evidente que no creo que nadie se tuviera que amargar la vida por no ver esta película antes de morir, pero para pasar un buen rato sí que merece la pena. A disfrutar.
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