Durante mi infancia, existía un género no oficial conocido como las "películas de chinos". Estas consistían, básicamente, en Bruce Lee repartiendo leches a cascoporro contra tremendas hordas de enemigos a los que conseguía vencer él solito.
Aunque más adelante encontraremos alguna cinta protagonizada por el actor de hierro, la primera de la que nos vamos a ocupar, en este terreno, es La cámara 36 de Shaolin, una joya sorprendente, sobre todo por lo que vaticina.
Lo primero a destacar es que el director, Liu Chia-Liang, está considerado, según EL, como el coreógrafo de artes marciales más importante de la historia. Reconvertido en director de cine, demostró una maestría en el planteamiento de sus tramas que le llevó a ser uno de los más considerados en su terreno.
Eso sí, para ejercer sus funciones acudió al mismo protagonista de esta cinta, Liu Chia-Hui, quien fue el instructor de las peleas que en este título se ofrecen. En su papel, Chia-Hui se mostraba como el esforzado protagonista que, para vengar la muerte de su padre y compañeros de escuela, pasa de ser rata de biblioteca a kung-fista superior.
Hacía seis años, en la televisión yankee y mundial había triunfado la serie Kung Fu. Un año anterior, en 1975, se había grabado otro hit catódico, La frontera azul. Y estos pasos previos, junto al film que nos ocupa fueron los antecedentes directos de las joyas que nos iban a llegar bastantes años más tarde a partir de la gloriosa Tigre y Dragón (Ang Lee, 2000), que también aparece en EL.
Una de las cosas que más sorprende en esta trama son las pruebas por las que tiene que pasar el prota para convertirse en un experto de las artes marciales. Entre ellas, destaca el poder apoyarse levemente en bambúes para cruzar un foso o la capacidad de destruir dos vasijas de barro con ambas piernas flotando en el aire. Muy lejos del simplista sistema que pocos años más tarde conoceríamos como el "dal-cela-pulil-cela".
Dicen en EL que las secuencias de peleas no defraudan y es completamente cierto. Yo, que no he sido nunca muy amigo de este tipo de aventuras, tengo que reconocer que me lo pasé muy bien con éstas. Pero que muy bien, por eso os la recomiendo.
Y por el motivo del título. En realidad, en Shaolin dicen que tienen 35 cámaras nada más, pero la 36 que se cita es la nueva que crea el prota: una en la que, en lugar de sólo monjes, puedan aprender el kung-fu los hombres de la calle. Planteamiento democrático donde los haya.
No puedo evitar terminar con una reflexión: cuando veíamos a los héroes de estas cintas, solía sorprendernos, incluso desagradablemente, que sus cuerpos fueran completamente lampiños. Sin embargo, hoy en día, los chavales adolescentes ya se están aplicando tratamientos radicales para eliminar todo rastro de vello de sus cuerpos. ¿Será verdad que, al final, los orientales nos están dominando por lo bajini?
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¡GRANDE!
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