martes, 22 de junio de 2010

29 - EL ACORAZADO POTEMKIN (Bronenosets Potyomkin). Sergei M. Eisenstein. URSS, 1925.

Uno de los padres indiscutibles del cine, tal y como lo entendemos hoy en día, se trata del genio de Eisenstein, cineasta que con éste, su segundo largometraje, sentó una cantidad de bases primordial para el posterior desarrollo del cine.

Referencia fundamental para todos los directores, y una de las presencias constantes, también, en todas las listas de "las mejores de todos los tiempos", lo más fácil es llegar a El Acorazado Potemkin con una cantidad ingente de detalles destacados en todos los documentales sobre la historia del cine que en el mundo han sido.

Pero el principal logro de esta joya indiscutible es, que cuando llegas a verla en su versión íntegra por primera vez, te das cuenta de dos cosas: primero, de que es una gran obra que agrada tan sólo con su visionado. Y segundo, que, en realidad, es poco lo que se ha avanzado en el terreno del montaje y de la narrativa cinematográfica.

Aparte de los famosos gusanos en la carne, y otras piezas diversas de este puzzle, esos primeros planos apasionados, esos planos medios de los retratados y ese plano-contraplano que tanto han aportado a la posterioridad, son vías de conocer hasta qué punto el cine debería ser más imagen que texto. Hasta qué punto es cierta la máxima de "más vale una imagen que mil palabras".

Hay una secuencia que, hasta los que no gusten del cine mudo, disfrutarán con pasión. Se trata de la caída del carricoche por las escaleras de Odessa que Brian de Palma prácticamente copiaría en el momento de mayor tensión de Los intocables de Elliot Ness (1987).

Pero, sin duda, el mayor logro de esta cinta es que, siendo puramente cine propagandístico (se celebra la revolución rusa de 1905), las ideologías se tambalean ante las emociones en estado puro que ofrece esta maravilla.

Como era de esperar, en EL alaban hasta la saciedad esta obra. Y no es para menos porque, con la perspectiva que da el tiempo, no hay peros que se le puedan poner. De caída de baba.

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