viernes, 18 de junio de 2010

27 - EL COLOR PURPURA (The Color Purple). Steven Spielberg. USA, 1985.

Afirman en EL que este título fue el intento de Spielberg de quitarse del medio el calificativo de director para jóvenes. Sinceramente, para un director que ya contaba en su haber con títulos como Tiburón (1975), Encuentros en la tercera fase (1977), En busca del arca perdida (1981) y, sobre todo, ET. El Extraterrestre (1982), me cuesta creer que le preocupase esa definición, caso de haberla tenido, ya que la magia de sus títulos había encandilado a tres cuartas partes del mundo, adultos incluidos.

Sobre todo, cuando el visionado de la película te demuestra que, como haría más tarde con el mundo Schindler, El color púrpura rezuma negritud por todos sus poros. La música de Quincy Jones es de babeo, los paisajes sureños de algodón parecen existir para ser poblados por humanos de color y la ambientación de las casas diversas que se muestran parecen dar a pensar que el capitán de este barco habría de ser afro-americano, y no judío. Una gran demostración de que, en el cine, no hay razas que valga.

También acusan en EL a esta cinta de ser excesivamente sentimentaloide. Pues me van a perdonar, pero aunque la versión que nos llegó a las pantallas reducía, en muy buena parte, las tremendas vivencias de la protagonista contadas en el libro, poco más puede inspirar la historia de una niña cuyo supuesto padre la deja embarazada en dos ocasiones (sí, lo acabamos de ver en la genial Precious, sólo que en tiempos actuales).

Es necesario destacar el maravilloso reparto que habita este título. Danny Glover, Margaret Avery y Oprah Winfrey clavan, literalmente, sus papeles, llenándoles de vida y sustancia. En EL ensalzan, qué remedio, la impresionante labor de Whoopie Goldberg quien, con éste su debut, nos dejó boquiabiertos a propios y extraños. Una flipada.

Unida a esta cinta siempre quedará la leyenda de ser una de las más nominadas, once en total, y menos premiadas, ninguno. La vencedora de su año fue Memorias de Africa, pero es cierto que 1985 fue una gran cosecha (número impar) y, junto a ellas, el resto de las nominadas a Mejor Película eran joyas como Unico testigo, El honor de los Prizzi y, nada menos, El beso de la Mujer Araña.

Cinco títulos que nacieron como clásicos y que perdurarán en la memoria durante muchos años. Porque, al fin y al cabo, ¿quién puede resistir la tentación de disfrutar de una gran obra y, como en el caso púrpura, terminar llorando a moco tendido a los gritos de "Mama, Mama", con acento africano?

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