Una de las películas más bonitas de todos los tiempos, ya decía ayer que era una de las favoritas de Paul Bartel. Una concepción maravillosa de lo que puede ser el mundo animal.
George Miller, el responsable de la saga Mad Max, entre otros logros, estuvo diez años detrás de la adaptación del libro en el que se cuentan las historias de Babe, un cerdito que, tras perder a sus padres, y adornado con su sempiterno flequillo, llega a las manos de un granjero, parco en palabras pero de gran corazón, con el que establece un fuerte vínculo.
La fidelidad al libro, del autor infantil Dick King-Smith, es cuasi total, salvo alguna que otra aportación como la genial incorporación del pato que quiere se gallo y encargarse de despertar a toda la granja.
Para empezar, el relato está dividido en capítulos que van cantando tres adorables ratoncillos de campo que, a veces, también se lanzan a hacer coros (otro de los grandes añadidos a lo contado en la novela original). ¡Qué mejor forma de entrar en el ánimo adecuado para disfrutar de un cuento!
Pero fundamental para llevar este proyecto a buen puerto eran tanto las posibilidades de mostrar a los animales cual si hablaran sincronizadamente como la de elegir al actor correcto para dar vida al hombre de capo, amigo del cerdo.
En cuanto a lo primero, todavía en los 90 se estaban probando nuevas fórmulas para lograr el resultado deseado. El uso de un montón de animales diferentes, pero casi siameses, fue una de las prácticas que lograron darnos a entender que cerdos, perros, ovejas y patos pueden conversar como los humanos.
Respecto al actor, James Cromwell (un actor al que conocíamos por papeles secundarios como el que interpreta en la hilarante Un cadáver a los postres, de 1976) resultó ser la elección perfecta. Con un trabajo de contención emocional con el que logra expresarlo todo, convenció al mundo entero de su amistad con un lechoncito (pariente mío, seguro). De hecho, obtuvo una nominación al Oscar(c) como Mejor Actor de Reparto.
Debido al gran éxito de la cinta, se rodó una segunda parte, Babe, el cerdito en la ciudad (1998) que no tuvo ni de lejos el mismo éxito. Y es que, en realidad, esta secuela era como el lado oscuro del espejo. Las aventuras por las que pasa Babe son tan oscuras, tan tremendas que nadie quiere verle pasándolo tan mal.
Chris Noonan se estrenó con este título en el mundo del largometraje tras una larga experiencia en televisión. Desde luego, no pudo haber elegido mejor porque rodar un título y pasar directamente a los anales de la historia del cine no es moco de pavo.
miércoles, 11 de agosto de 2010
65 - BABE, EL CERDITO VALIENTE (Babe). Chris Noonan. Australia/USA, 1995.
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