Uno de los asombros que me ha proporcionado EL ha sido el visionado del primer serial cinematográfico de la historia. Se trata de Los vampiros, un total de diez episodios con trama policiaca en los que los agentes de París, con la ayuda de un periodista, andan a la caza de la banda de maleantes que da título a la película (lo siento, nada que ver con True Blood).
Sumando en total unos 440 minutos de duración, mi consejo es que se vea, efectivamente, como lo que es y disfrutar un episodio cada día. O depende, porque lo cierto es que la duración de los capítulos no es uniforme y puede variar de la media hora a poco más de la hora.
Resulta fascinante que, a tan temprana edad del cine, se combinen interiores y exteriores en las tramas con total dominio de la técnica, que los personajes estén tan bien construídos y que haya momentos simplemente hilarantes (el episodio 8 es de carcajada pura).
Además, te da la oportunidad de conocer a Musidora, una de las musas principales del cine mudo que alcanzó el estrellato por este trabajo y que, en su día, incluso dió nombre a una de las productoras independientes del cine español. Y de gozar de los efectos especiales que, adelantados por Méliés y Segundo de Chomón, ya empezaban a crecer logrando mejorar el espectáculo.
Para terminar, este serial es un antecedente tan claro de los que vendrían después que ya aquí se pueden encontrar personajes que mueren y reviven con una facilidad que da pasmo. Aparte de numerosos personajes secundarios que le dan mucha vidilla.
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