Como era de esperar, en EL son varios los trabajos que se ocupan de un episodio de la historia tan terrible como el Holocausto judío. Desde una serie de 9 horas (Shoah), alguna película (La pasajera) o el mediometraje del que me ocuparé a continuación.
Diez años después de que terminara la II Guerra Mundial, Resnais hizo un trabajo documental de poco más de media hora en el que combinaba imágenes de archivo rodadas en los campos de concentración en pleno funcionamiento con otras que muestran el aspecto de esos mismos y terribles espacios una década después.
Precisamente, ahí es donde radica la fuerza de este espectacular trabajo. Porque ver la pinta de Auschwitz después de cotejar con las imágenes de los cuerpos maltratados, malnutridos y, sencillamente, horrorosos que son movidos como rebaños de ganado, o tirados a una fosa común con múltiples laceraciones, es un espectáculo que se te queda grabado en el alma.
Destacan en EL que otra gran ventaja de este dossier es el no culpar tan sólo a los malditos bastardos nazis, sino que destaca la responsabilidad pasiva de los que, aún estando alrededor y siendo conscientes de lo que sucedía, no quisieron o supieron enfrentarse a una situación que llegó a estar fuera de control.
En todo caso, para mí, lo más estremecedor de este título son precisamente esas imágenes que basta ver para que la voz en off que se escucha a lo largo de su recorrido deje incluso de tener sentido. Efectivamente, una imagen vale más que mil palabras, y el hueco vaciado de un ojo en un cadáver esquelético dice más que cualquier texto que ningún guionista hubiera podido imaginar.
Está claro que el trago de Noche y niebla le deja a uno con el cuerpo del revés, pero creo que es importante que se vea esta joya. Un consejo: prepara tu comedia favorita para justo después de este trabajo. Lo agradecerás.
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