lunes, 13 de septiembre de 2010

88 - LA DELGADA LÍNEA ROJA (The Thin Red Line). Terrence Malick. USA, 1998.

Después de 20 años en silencio y retirado del mundanal ruido, Malick volvió a la actualidad con esta película maravillosa en la que, en lugar de utilizar los habituales argumentos antibélicos, poesía y filosofía se dan la mano en la mente del personaje protagonista. Este, un soldado desertor, quiere encontrar el sentido de la vida en medio de un entorno en guerra.

Con una voz en off (como es habitual en el cine de este director), nos vamos encontrando con múltiples teorías que nos afectan y nos trastocan. Así, pasan varias horas desde que has terminado de ver esta joya hasta que tu mente reposa.

Pero es un ejercicio maravilloso que te renueva y te hace más fuerte. Te hace ver la vida de forma radicalmente distinta y, desde luego, te convence todavía más de que debería haber otras formas de resolver los conflictos sin necesidad de llegar a esas matanzas comunales.

Junto a estrellas tan incontestables como Sean Penn y Nick Nolte (por citar sólo a dos de los que aparecen en la obra), destaca la labor de Jim Caviezel como el principal personaje al que sigue la trama. Su serena belleza y su mirada que parece ver mucho más allá de las meras apariencias, su imagen y palabras te atrapan y te enamoran.

Tuve la suerte de entrevistarle cuando vino a promocionar su versión de El Conde de Montecristo (Kevin Reynolds, 2002) y resulta que es, en sí mismo, un iluminado que defiende que todo lo que le sucede en la vida se lo debe a Jesucristo. Pero lo dice con una calma tan grande que, en lugar de despertar el miedo que dan los fanáticos, parece más bien que se ha metido ácido en el cuerpo y no se le ha pasado.

La novela de James Jones, homónima y autobiográfica, encuentra un traslado bastante fiel en esta película. Salvo en detalles tan significativos como la ausencia de la historia homosexual entre dos de los soldados, tema que, como es habitual en Hollywood, se ningunea y ni siquiera se insinúa. Mal, Tinseltown, mal.

En todo caso, siendo cosecha del mismo año en el que se presentó Salvar al Soldado Ryan (que también llegará a este blog), para mí, sin duda, este título es mucho más de imprescindible visionado que la antes citada. Deliciosa.

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