sábado, 11 de septiembre de 2010

85 - PAISÁ. Roberto Rossellini. Italia, 1946.

Son pocas las ocasiones en las que una película puede suponer un puñetazo en el estómago para el espectador y Paisá es una de ellas. Dividida en seis capítulos que cuentan sendas historias sobre la II Guerra Mundial, la principal fuerza la recibe de trabajar con actores no profesionales quienes, sin dramas innecesarios, te transmiten lo terrible de dichas historias.

Desde un muchacho que se hace amigo de un soldado de color, al que roba las botas cuando está borracho, hasta el espeluznante fusilamiento final, lo que se nos muestra es desnudo, descarnado, real. A través de lo mostrado en pantalla, este título provoca que nos hagamos una revisión interior al cuestionarnos hasta qué punto estaríamos dispuestos a llegar a tales extremos.

En su obra anterior, Roma, ciudad abierta, que ya llegará al blog, ya había rodeado Rossellini a la gran Anna Magnani de actores no profesionales. Aquí, prescinde directamente de meter a ninguna estrella para que la sensación de documental aumente entre las filas.

Los episodios se van sucediendo de forma que, al terminar cada uno, te quedas con la angustia de no saber lo que te va a contar el siguiente. Y eso provocó que fueran muchos los que asistían a ver esta película y que salían de la sala sin concluirla.

Sin embargo, Federico Fellini, ayudante de dirección de este primer genio, tuvo claro a raíz de Paisá que dedicaría su vida al cine. Los Hermanos Taviani, viéndola en su etapa colegial, también decidieron, al salir de este visionado, que su vida sería el 7º Arte. Y fue esta cinta la que provocó que Ingrid Bergman, pensando que un gran nombre le podría venir bien al cineasta italiano a la hora de convertirse en popular, mandara una carta al director que se convertiría en su amante, suceso por el que Hollywood dio la espalda a la estrella sueca durante muchos años.

Está claro que no es recomendable esta cinta para esas tardes de domingo de las que hemos hablado varias veces, pero, desde luego, todo aquel que quiera sentir el auténtico poder del cine no debería dejar de verla.

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