lunes, 6 de diciembre de 2010

109 - UNA HABITACION CON VISTAS (A room with a view). James Ivory. Reino Unido, 1985.

Si tuviéramos que asistir al funeral de esta película (¡Buda no lo quiera!), preciosa, elegante y bonita serían las palabras más repetidas. Y no es para menos, la verdad, porque esta gozada es linda en todos sus extremos.

Para empezar, cuenta con un equipo técnico alucinante. James Ivory (el director más británico de todos los tiempos, pese a haber nacido en los USA); su productor, y pareja en la vida real, Ismail Merchant; la guionista Ruth Prawer Jhabvala, adaptando con maestría la novela de E.M. Forster; la cámara dirigida por Tony Pierce-Roberts; y la diseñadora de vestuario, Jenny Beavan.

Junto a ellos, un reparto de escándalo. Helena Bonham-Carter, en el único papel que no da la impresión de tener halitosis; Julian Sands, más bello y animal que nunca; Daniel Day-Lewis, simplemente bestial; Denholm Elliott, de abuelete que todos nos querríamos llevar a casa; Maggie Smith, con un personaje que provoca tanta lástima como antipatía; y un joven Rupert Graves, tan sensual como siempre.

Juntos hicieron historia porque esta película quedará para siempre en todos los libros que se dediquen a investigar la historia del cine. La contraposición de la gris vida en Londres frente a la pasión por la existencia que despierta la soleada Florencia supone uno de los mejores estudios sobre hasta qué punto el entorno marca por completo el comportamiento del individuo.

Y la estética reinante en cada segundo de su metraje encierra un lenguaje oculto que sólo reconocemos los gays. A través del personaje de Rupert Graves, que da vida al hermano del representando por la Carter, entrevemos una trama de trastienda en la que: se baña desnudo junto al amor de su hermana; se mofa del pretendiente primero de la misma, el personaje de Day-Lewis; lleva a un invitado de su mismo sexo a estar con él en la casa familiar.

Entiendo que esto no es muy aparente en principio, y soy de los que me molestan las incesantes lecturas de todo acto, gesto u obra que pretenden encontrar elementos homosexuales en todo lo que se les cruza.

Pero, por otro lado, es inevitable que los que nos hemos críado viendo imágenes gays siempre en la retaguardia, siempre con dobles sentidos, siempre entendiendo que un personaje cuyo pañuelo huele a perfume es un mariquita como nosotros, sabemos de estas cosas.

Un ejemplo: en la secuencia del baño comunal en la charca del bosque, si eres capaz de verla sin excitarte, eres macho heterosexual. Si se te mueve la culebrilla, mirátelo. En una sauna.

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