El origen de esta historia es una novela del escritor gay Christopher Isherwood y destaco su sexualidad porque siempre fue una referencia importante en su obra. Su título es Adiós a Berlín y de ella salió una obra teatral, I am a camera, que a su vez también fue llevada al cine, homónimamente y dirigida por Henry Cornelius en 1955.
De dicho libreto surgió el musical que, en 1972, llevó el genio de Bob Fosse a la gran pantalla para convertirlo en uno de los títulos inevitables en la historia del cine. Fosse, que había comenzado su carrera como actor y coreógrafo logró desarrollar, a lo largo de su carrera, el estilo de baile más personal y elegante que se conocía desde Isadora Duncan. Hay una serie de gestos, movimientos y posiciones que son, simplemente, reconocibles como suyos.
El reparto debía estar cuidado al máximo y así fue que nos encontramos a Michael York dando vida al personaje inspirado en el propio escritor y que, en el momento de conocer a la protagonista, es totalmente gay. La rica niña judía, encarnada a la perfección por la bellísima Marisa Berenson. El maestro de ceremonias, cuyo rostro encierra todas las perversiones, es un Joel Grey en estado de gracia. Y, por supuesto, la simpar Liza Minelli en el mejor trabajo de toda su carrera y creando una Sally Bowles que reúne todo el compendio de energía emocional que la convierte en única.
Ella se sentirá atraída por su compañero de pensión, el joven escritor homosexual que, hasta iniciar su affair con ella, confiesa no haber tenido ninguna experiencia con el sexo femenino. Aprovechando el ambiente festivo que precedió a la II Guerra Mundial en Berlín, conocerán a un aristócrata que les adopta como compañeros de juerga y que terminará enrrollado con los dos.
Todo esto, salpicado de maravillosas canciones que siguen en el recuerdo de todos. La propia Cabaret es una gozada, pero también se alzan con fuerza propia Maybe this time, Two ladies, Money, Money, Money y el himno nazi que sobrecoge por ser un tema cantado por una maravillosa voz masculina y que, realmente, parece dar mensaje de esperanza, Tomorrow belongs to me.
Quizá lo más curioso de este trabajo es que provoca lo que ningún otro relacionado con el tema nazi: te dan ganas de vivirlo, de viajar con la máquina del tiempo y presentarte en aquel Berlín del que nunca querríamos despedirnos.
La Academia de Hollywood le concedió 8 Oscars(c) y, aunque no se llevó Mejor Película a casa, sí que Fosse le arrebató el premio de las manos a Coppola, que estaba nominado por El Padrino. También fueron para los cabareteros los premios a Mejor Actriz y Mejor Actriz de Reparto, de forma muy merecida. Pero lo cierto es que cuando un film es muy grande, los galardones son sólo un adorno para la obra maestra.
sábado, 26 de febrero de 2011
134 - CABARET. Bob Fosse. USA, 1972.
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