Otra ocasión en la que la terrible traducción con la que se estrenó la película (Amor sin barreras) ha quedado en un merecido olvido dado que todo el mundo habla de West Side Story, sin más. De hecho, en EL no aparece ni reflejada semejante traducción.
En todo caso, esta adaptación ha sido piedra angular para que la historia más romántica del mundo, el Romeo y Julieta, del gran bardo Shakespeare, se mantega hoy en día en el número 1 de historias de amor.
Trasladada al West Side de Nueva York, citado en el título, las familias rivales veronesas se ven convertidas en estos dos bandos: los hijos de irlandeses e italianos, que ya llevan tiempo instalados en Manhattan; y los jóvenes portorriqueños que quieren encontrar su lugar en la Gran Manzana.
Una introducción musical de varios minutos sobre un dibujado skyline neoyorquino, en la que se nos presentan porciones de los distintos temas que conforman la magistral partitura que Leonard Bernstein y Stephen Sondheim habían compuesto para los escenarios, da paso directamente al primer enfrentamiento coreografiado entre los Jets (blancos) y los Sharks (latinos).
A partir de ese momento, el espectador queda entregado a las aventuras que se van sucediendo en pantalla y que combinan a la perfección las secuencias de baile dirigidas por Jerome Robbins, con los momentos de acción normal, rodados bajo el calculador ojo de Robert Wise. El resultado, una gozada absoluta.
Porque, normalmente, un musical que se precie puede contar con uno, dos o, con suerte, tres temas de los que se quedan en la memoria colectiva. En esta obra, no se logra encontrar ninguna canción que, aparte de ser tatareada por todos los que te rodean en cualquier situación si te da por cantarla, no cuente hoy en día con una gran variedad de versiones.
Las interpretaciones secundarias se meriendan a las protagonistas y es normal. Richard Beymer, Romeo, resulta tan blando que no enciende ninguna llama de pasión. Por su parte, la otras veces estupenda Natalie Wood, por más arena del desierto que la esparzan por la cara, no parece haber visto Puerto Rico ni en postal.
Pero encuentran un perfecto contrapeso en Russ Tamblyn, quien luce de nuevo impresionantes dotes de baile junto a un gran nivel interpretativo. Y, sobre todo, en George Chakiris y Rita Moreno, la enamorada y apasionada pareja familia de Julieta, quienes se alzaron aquel año con los Oscars(c) a los Mejores Actor y Actriz de Reparto por esta labor.
Pero no se quedó ahí la cosa, ya que fueron un total de 10 estatuillas las que barrieron para casa aquella noche los responsables del título. Y es que, efectivamente, el montaje teatral había sido traducido perfectamente a obra de cine. Así, lograron el premio a la Mejor Película y, por primera vez en la historia de estos premios, un Mejor Director compartido para Wise y Robbins.
La historia de amor de los dos jóvenes sigue siendo llevada a la pantalla por directores tan dispares como Franco Zeffirelli (Romeo y Julieta, 1968), Abel Ferrara (China Girl, 1987) o Baz Luhrman (Romeo y Julieta, de William Shakespeare, 1996) y cada una tiene su encanto.
Pero no cabe duda de que una parte de este romance universal sigue estando en el lado oeste de una isla sin par.
domingo, 13 de febrero de 2011
130 - AMOR SIN BARRERAS (West Side Story). Jerome Robbins/Robert Wise. USA, 1961.
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