viernes, 25 de febrero de 2011

133 - EL JARDIN DE LOS FINZI-CONTINI (Il Giardino dei Finzi-Contini). Vittorio de Sica. Italia/República Federal de Alemania, 1970.

Vittorio de Sica, el considerado padre del neorrealismo italiano con su obra maestra Ladrón de bicicletas (entrada 59 de este blog), llevaba años retirado del cine cuando cayó en sus manos la novela de Giorgio Bassani que ha dado título a esta película.

Aunque el tema en apariencia son las vicisitudes por las que pasa una familia judía frente el régimen del dictador fascista Benito Mussolini, lo cierto es que la historia que mejor refleja toda la filosofía de la decadencia.

Con tonos apagados, y con bellezas tan deslumbrantes como la de Helmut Berger y Dominique Sanda, de Sica nos lleva a través de unos parajes, cubiertos por vallas, en los que los personajes se muestran libremente como son, sin necesidades de artificio.

Pero es un mundo privado, cerrado y ceñido a unos patrones de status que lo convierten en irreal. Tanto que, mientras fuera de sus barreras los camisas negras van imponiendo su nociva dictadura, dentro del jardín se juega al tenis. Y al amor, en sus vertientes hétero y homo. Los privilegiados habitantes de ese reino mágico juegan a que, mientras se mantengan dentro, lo de fuera no les afectará.

Efectivamente se equivocan y me lleva a replantearme el término "película de iniciación", normalmente referido a la pérdida de la virginidad y de la inocencia. Los protagonistas de esta cinta son, en realidad, una panda de niños que ni siquiera imaginan que su dolce-far-niente pueda estar en peligro, se creen por encima del bien y del mal. Y la realidad de finales de los años 30 les sacó de su ensueño de golpe y porrazo.

Frente al realismo de su cine inicial, de Sica se permite pegarse con este trabajo un banquete estético, con planos dotados del más puro sentido de lo bucólico y con una bruma que envuelve el ambiente, de polvo dorado, que nos lo muestra como puramente mágico.

Su atrevida apuesta tuvo la respuesta internacional adecuada: Oso de Oro en Berlín a la Mejor Película y nominación al Guión Adaptado en los Oscars(c). Pero no le hacía falta, me le imagino perfectamente gozando de esta su obra con el placer que siente un padre ante su hijo favorito.

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