La más personal de todas las películas del genial realizador de la antigua Rusia es un retrato onírico de su propia infancia. Como tal, se nos presenta en forma de sueño que alterna imágenes y momentos de diferentes épocas, sin ningún amago de transición, jugando con el espectador de forma sorprendente.
De entrada, a los españoles nos llama la atención que partes de la cinta estén habladas en español, por personajes de los que huyeron del maldito Franco para crear sus vidas en aquellas tierras comunistas. Incluso hay música flamenca bailada.
Pero el origen de todo esto viene del abandono que el padre del director infligió a madre e hijo cuando éste era sólo un niño. Una ausencia que el director cubre en esta película con la narración de sus propios poemas de Arseni Tarkovski, su padre. De esta forma, le convierte en una especie de fantasma que tiene su presencia pero desde la distancia y más con forma de eco, que de persona física.
Son muchos los elementos que pueden llevar a la confusión: Margarita Terekhova es la actriz que da vida tanto a la madre como a la esposa; entre las imágenes documentales de soldados en acción aparece dinero flotando sobre el agua; paisajes preciosos de niños disfrutando de la nieve.
La banda sonora, en la que se dan la mano compositores clásicos como Bach o Purcell, aporta también su grano de arena en esta narrativa. Triste e inquietante, dulce o agresiva, son los perfectos ingredientes para preparar el ánimo emocional ante lo que se está narrando.
También tiene la facultad de combinar el color con el blanco y negro, dando como resultado una grisura o viveza que se entiende como la calidad de los recuerdos del cineasta. De cómo se marcan en nuestra mente aquellos instantes, incluso los que pueden parecer más nimios, para convertirse de esa manera en cargas mentales que rara vez dejamos aflorar.
Tarkovski tuvo en su mano, y lo aprovechó al máximo, el crear un túnel espacio-temporal para trasladarnos a esos universos paralelos de los que tanto se habla, pero que tan pocos logran retratar.
Pero ten cuidado porque, a veces, no nos gusta lo que vemos al otro lado del Espejo. Hay que ser tan valiente como este artista para cruzarlo. Entra en él bajo tu propia responsabilidad.
domingo, 6 de febrero de 2011
127 - EL ESPEJO (Zerkalo). Andrei Tarkovski. URSS, 1975.
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