sábado, 19 de marzo de 2011

144 - VIJ. Georgi Kropachov/Konstantin Yerchov. URSS, 1967.

Un mismo relato de Nikolai Gogol, homónimo a esta película, ha sido la base para dos de los títulos incluidos en EL. Mientras que el segundo, La máscara del demonio, ya llegará a este blog, el primero, aunque posterior, merece más la pena.

En el más puro estilo picaresco, un joven va recorriendo su país hasta que, por circunstancias de la vida, se ve a cargo de velar el cadáver de una joven, durante tres noches consecutivas, metido en una iglesia y rodeado de un círculo de tiza mágico que le protege de su principal enemigo: el Vij, o Demonio, que intentará atacarle y sustraerle a la muchacha.

El aura de inocencia e ingenuidad que rodea al protagonista está magistralmente logrado y, aunque en su versión original hable en soviético y sea difícil establecer un trabajo de inflexión, lo que nos llega a los oídos es la voz de un jovenzuelo que, simplemente, intenta manejarse lo mejor posible con lo que le va acontenciendo.

Los parajes que recorremos son de ese tipo de austeridad que te lleva a taparte mejor con la manta mientras los ves. Sin embargo, esa misma desnudez geográfica es la que te lleva a sentirte mucho más motivado cuando llega el momento de acompañar en el velorio al chaval.

Los bichos que se le van apareciendo a lo largo de las tres noches podrían estar sacados de cuadros de El Bosco, por ejemplo, y se les nota que han sido inspiración para muchos de los bichos que hemos ido viendo posteriormente en todo tipo de sagas galácticas. No es nada extraño que, si ves la película con gente, se oigan comentarios del tipo: "ése es igual que el de Galáctica; ese trabaja para Jabba the Hutt".

De hecho, esta colección de seres que van de lo irrisorio, vistos con los ojos de hoy en día, a lo sorprendente, también por lo adelantados que nos parecen a estas alturas de la historia, son la joya de la corona de esta película que resulta muy agradable de ver y toda una lección en cuanto al diseño de personajes fantásticos.

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