En la segunda mitad de los 70 aparecía una novela que se convirtió rápidamente en best-seller por contener la historia de un hombre que, de repente, se ve convertido en padre divorciado a cargo de su hijo. Pese a que hoy en día lo más fácil sería considerarlo una moñería, en su momento sí que supuso un giro radical frente a tantas tramas de mujeres abandonadas que tenían que luchar por sacar a sus hijos adelante.
Que se adaptase al cine era fácil, pero no resultaba tan sencillo hacerlo de la forma en la que el director Robert Benton atacó el asunto. Lejos de moñerías innecesarias, se rodeó del mejor reparto posible y se lanzó a todo un logro: una película emocional nada cursi.
El padre está interpretado por Dustin Hoffman, quien logra ponerte el nudo en la garganta gracias a su contención facial. Su ex-mujer está interpretada por Meryl Streep, en este personaje que la llevó a lograr su primer Oscar(c), igual que lo haría el protagonista antes citado. Junto a ellos, una estupenda Jane Alexander, hace poco fallecida, quien sabe convertirse en la mejor amiga del protagonista y del espectador con una mera secuencia.
Pero nada hubiera sido lo mismo si el actor que dio vida al chaval, hijo de la divorciada pareja, hubiera sido otro diferente a Justin Henry. Desde que aparece en pantalla, se convierte en el niño de los ojos de todo el respetable por su capacidad de ser niño sin resultar cansino, ni repelente, sino más bien ese chiquillo al que todos querríamos adoptar y llevarnos a casa inmediatamente. En su momento, con sus 8 años de edad, estuvo nominado al Oscar(c) al Mejor Actor de Reparto, convirtiéndose en el intérprete más joven jamás nominado. No se lo llevó, pero ahí le queda el reconocimiento (el ganador fue, por el contrario, el veterano Melvyn Douglas por Bienvenido, Mr. Chance, de Hal Ashby).
Además, todas las peripecias que nos cuenta la película nos llevan, casi involuntariamente, a volver a plantearnos el concepto de familia en sus distintos formatos. Una consecuencia natural de la forma en la que vemos las cosas cuando ya no las tenemos.
Con el paso del tiempo, son muchos los que defienden que la merecedora del galardón a la Mejor Película hubiera debido ser Apocalypse now, de Francis Ford Coppola (entrada nº 138 de este blog), pero no es justo descartar esta cinta sólo por el principal problema que la aqueja: su formato y narrativa cinematográficos han sido tantas veces imitados que hace años se han convertido en uno de los modelos que más siguen las tv-movies espantosas de después de comer. Y eso hace pupa.
Pero, si te sientes escéptico, te recomiendo que la veas ahora, con el tiempo, y a lo mejor te sorprendes a ti mismo cuando alguna lágrima te resbale por la cara.
lunes, 14 de marzo de 2011
141 - KRAMER CONTRA KRAMER (Kramer vs. Kramer). Robert Benton. USA, 1979.
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