miércoles, 5 de enero de 2011

118 - LA NOCHE DE SAN LORENZO (La notte di San Lorenzo). Paolo y Vittorio Taviani. Italia, 1982.

Los 80, aparte de por la imprescindible movida madrileña, serán también recordados por ser la época de proliferación de las salas de cine de estreno en versión original. Así, mientras los títulos que habían estado prohibidos en nuestro país por la nefasta dictadura franquista llegaban a la cartelera a través de los cine-clubs, también empezamos a disfrutar de producciones de todo tipo en el idioma en que se habían rodado.

Era una época gloriosa en la que a las películas se las permitía el tiempo suficiente para que el boca-oreja provocara el interés suficiente para que llegaran a formarse grandes filas a la puerta de los cines. Una de ellas fue el título que nos ocupa, esta Noche de San Lorenzo que tanto se comentó, especialmente en los círculos intelectuales de izquierdas.

Conocidos ya por su joya Padre Padrone (1977), de la que todo el mundo comentaba las imágenes de bestialismo entre adolescentes y animales de granja, la llegada de esta nueva entrega fue la confirmación de que los Taviani eran unos cineastas que tenían mucho que ofrecer. Así lo respaldaba el tremendo éxito que habían tenido en el Festival de Cannes.

Y no es para menos. Contada como si fuera un cuento de cuna de una madre a su bebé, nos encontramos con un grupo de personas que se adentran en la noche para intentar salvar su vida en pleno conflicto de la II Guerra Mundial.

Aunque el recurso de encontrar en un corpúsculo de personas a los representantes de todos los estratos sociales dominantes ya se había utilizado en repetidas ocasiones, y pese a que el conflicto bélico en el que se desarrolla era de mediados del XX, en España esta cinta tuvo un especial impacto al encontrarse relaciones directas entre los personajes que aparecían en la pantalla y los arquetipos que habían poblado los cuarenta años de la citada y despreciable dictadura de España.

Los actores que dan vida a todos estos personajes están de escándalo, pero es inevitable destacar a dos de ellos: Omero Antonutti y Margarita Lozano. Mientras que el primero siempre ha demostrado una facilidad pasmosa para imbuirse de cualquier personaje que se le ofrezca, inolvidable su protagonismo en El Sur (Víctor Erice, 1983), la segunda, nuestra exportada y magnífica actriz siempre ha sido maestra con economía de recursos para dar vida a las mujeres más variopintas. Dos joyas de la interpretación.

Por lo demás, hoy en día el visionado de esta película, con la pereza mental que todos padecemos ante los símbolos ideológicos, seguramente no obtendría los mismos resultados en el espectador. Pero cualquiera quedaría boquiabierto a poco que se fijara en que, pase el tiempo que pase, el ser humano parece abocado a no hacer más que repetirse una y otra vez.

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