martes, 3 de mayo de 2011

148 - LA AVENTURA (L'avventura). Michelangelo Antonioni. Italia/Francia, 1960.

Desde 1960, y con un ritmo de una peli al año, Michelangelo Antonioni fue creando su celebrada trilogía compuesta por La aventura (la que ahora nos ocupa y primera entrega del trío), seguida de La noche (1961) y El eclipse (1962). Cuál sería el resultado que todas ellas están incluidas en EL y en casi todas las selecciones de las mejores películas de la historia.

Mucho se ha hablado sobre este director, incluyendo la eterna rivalidad con Ingmar Bergman sobre cuál era mejor cineasta de los dos, pero lo cierto es que Antonioni ni es tan profundo ni logra las cotas que el sueco dominaba con total facilidad.

En realidad, el cine de este creador italiano (al que no hay que desmerecer, ni mucho menos) resulta ser la versión pija del neorrealismo italiano. Mientras que este movimiento, nacido justo después de la II Guerra Mundial, se centraba y molestaba en retratar la faceta más dura de la existencia, el cine de Antonioni busca, de una forma refinada, alcanzar a entender las motivaciones y pensamientos de esa clase media-alta (cuando todavía las clases marcaban las diferencias sociales que ahora vuelven a marcar) que le fascinaba.

Ahora, en lugar de encontrar personajes sin nada que perder y todo que lograr, nos encontramos con unos seres que buscan formas nuevas de encontrar gente y situaciones que les exciten, que justifiquen unas vidas aburridas a las que no saben darle sentido.

En la que nos ocupa, protagonizada por la musa del director, Monica Vitti, una pareja de novio y mejor amiga de la protagonista se unen para recuperar a la perdida novia/amiga de ambos. El resultado: que se enamoran entre ellos y viven la aventura que da título al film.

Más que una trama que mantenga el vilo en el espectador, siempre he tenido la sensación de que el cine de este señor se distingue por lograr momentos de brillante intensidad dentro de una línea constante de cotidianeidad casi aburrida.

Desde luego, merece la pena ver estas tres películas, pero más por la influencia posterior que han tenido (hasta el punto de que su estilo entra hoy en día como el más normal del mundo), que por lo que cuentan en sí: una serie de anécdotas que, quizá marcaran en su tiempo, pero que hoy en día no resultan ni extrañas, ni chocantes.

Eso sí, una de las mayores curiosidades es el círculo de actores cosmopolita que se movía en aquellos tiempos en Europa. La propia Vitti, o Lea Massari (quien da vida aquí a su mejor amiga) se moverían entre Italia y Francia con la misma facilidad que Pepe se mueve por su casa.

Y es una lástima, una vez más, que la deleznable dictadura franquista (que ahora quiere recuperar el PP disfrazada de democracia) fuera la culpable de que España, que había sido uno de los países más avant-garde en la República previa a la llegada del maldito enano gallego que nunca debería haber nacido, se quedara fuera de un movimiento entre culturas europeas que redundó en un tremendo beneficio cultural de todos sus implicados.

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