Al principio de este blog ya comentaba que parte del interés del libro Las 1001 películas que ver antes de morir procedía de los diferentes formatos que en él se incluyen. Así, cortos, largos y series de televisión conviven en ese terreno común que es la maravilla del Séptimo Arte.
En esta ocasión voy a hablar de Shoah, una serie televisiva de nueve horas de duración que supuso toda una revolución en su momento. Su hacedor, Claude Lanzmann, recorrió durante diez años los espacios reales donde habían estado instalados los campos de exterminio que los nazis utilizaron para el holocausto judío.
Demasiado alabada en EL, lo cierto es que este trabajo contiene momentos espeluznantes (que se corresponden con los testimonios de supervivientes o habitantes de los pueblos vecinos a los campos) en los que se certifica la gran mentira que se creó para el público externo. En su mayoría, al igual que harían los nazis en los famosos juicios de Nüremberg, declaran haber ignorado por completo las matanzas que se llevaban a cabo en estos lugares. Pero también se encuentran declaraciones de gente que reconoce su impotencia ante lo que ellos sabían que estaba sucediendo.
Sin embargo, nueve horas de paisajes y gente hablando resultan excesivas. Es cierto que el holocausto judío ha recibido la mayor atención, en todos los niveles, por la monstruosidad que supuso. Pero no sólo por eso: otra gran razón es el posicionamiento que los judíos han logrado en el mundo del show-business, donde se encuentran innumerables productores/directores que pertenecen a dicha raza.
Y está claro que es una mancha en la historia que no deberíamos olvidar nunca, sobre todo ante los movimientos neo-nazis que siguen funcionando o lo voluble y maleable que es el ser humano, como hemos podido ver en la magnífica y reciente película La ola (Dennis Gansel, 2008).
En todo caso, espero que este tipo de documentos sirvan como ejemplo a la hora de tratar otros dramas reales como la deleznable Intifada o que, por fin, los propios yankis tengan los huevos de contar desde dentro todo lo ocurrido en Guantánamo.
Para los interesados en esta obra, os recomendaría que cojáis cualquier episodio a voleo y, sólo en caso de que os guste mucho, seguir con la saga completa. Yo lo he hecho y me he aburrido más de lo que me he sentido emocionado.
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