martes, 9 de noviembre de 2010

100 - CON FALDAS Y A LO LOCO (Some like it hot). Billy Wilder. USA, 1959.

Para empezar, que esta película tenga la entrada número 100 en mi blog es ya parte del homenaje que merece esta cinta prodigiosa que parece ser de las pocas que han encontrado la fuente de la eterna juventud.

Con medio siglo a sus espaldas, Con faldas y a lo loco es considerada por infinidad de especialistas (entre los que me incluyo) como la mejor comedia de todos los tiempos. Y eso que, en su momento, se le auguraba el peor de los futuros.

Rodada en blanco y negro, comienza con el drama de la Matanza del Día de San Valentín. Además, frente a los usos de la época, los dos protagonistas masculinos se travestían pasando de ser unos músicos de mala muerte a dos jovencitas que se unen a una banda femenina para ir a actuar a la costa. Las situaciones de enredo muestran demasiados enredos que parecen de difícil solución. Sobre todo, el ahora tan celebrado final fue una apuesta de peso ofrecida por el co-guionista, I.A.L. Diamond, a quien se le ocurrió la noche anterior a finalizar el rodaje.

Sin embargo, todos estos elementos citados son la combinación explosiva que ha logrado que esta cinta siga encandilando a todo tipo de espectador. La impecable interpretación de sus actores (Tony Curtis sorprendió con su remedo de Cary Grant en su faceta de falso millonario; Jack Lemmon resultaba magistral como el confuso objeto de deseo de otro millonario; y Marilyn Monroe, pese a lo difícil que resultaba para trabajar, está mejor que nunca como pícara cantante) es otro de los elementos clave.

Pero de lo que no se ha hablado suficiente es de lo que este título supuso para la comunidad homosexual. El hecho de que dos hombres aparecieran en estilo drag-queen en una producción mainstream, así como ese final esperanzador que da a entender que dos hombres se pueden amar el uno al otro, pasando por encima de las convenciones, fue una de las primeras puertas abiertas para los homosexuales que se habían visto reprimidos y relegados a un gigante armario como consecuencia de la política mundial conservadora que se propagó a raíz de la II Guerra Mundial. Los gobiernos querían que la gente repoblara el planeta, por lo que el sexo entre humanos de igual condición fue perseguido, penado y condenado en todos los sectores de la sociedad. Mientras que, en el fondo, bastaba con un simple "Nadie es perfecto".

Sería injusto no citar al genio de la lámpara que anda detrás de todo esto entramado tan perfectamente ensamblado. Un Billy Wilder que supo construir al detalle esta delicia para la que se inspiró en un musical de su época en la UFA. Sobra decir que el original queda chico comparado con esta evolución magistral.

Aparte de todo esto, os contaré una anécdota. Sábado después de comer, mi hermana Laura y yo vinimos a casa con intención de poner una peli con la que echarnos la siesta. La elegida fue esta maravilla y el resultado que ni ella ni yo pegamos ojo. De tal forma nos atrapó que no hubo manera. Probadlo.

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