sábado, 9 de octubre de 2010

95 - ULTIMATUM A LA TIERRA (The Day The Earth Stood Still). Robet Wise. USA, 1951.

Corre el año 1951 y a las recientes heridas provocadas por la II Guerra Mundial se suma la amenaza de la bomba atómica, otro motivo de los que se sirvió el gobierno USA para tener asustados a sus habitantes y hacer crecer el control sobre todos (tal y como ha ocurrido desde el terrible, a la par que genial, ataque del 11-S).

De repente, entre las filas de películas de serie B, aparece esta producción en la que un marciano llega a la Tierra para hacer llegar el mensaje de que los humanos tenemos que dejar de luchar los unos contra los otros. Y ese mensaje se convierte en la esperanza que los ciudadanos de a pie necesita escuchar.

A partir de ese momento, el público decide obviar los trucos que se ven, de forma descarada, en el metraje de la cinta para aprenderse la cantinela que el extraterrestre necesita para sus fines. Y se entrega con ganas a lo que Klaatu, el ser venido de otro mundo, tiene que decir.

Varios aciertos, además, lograron que este título tuviera un éxito prodigioso. Primero, la dirección de Robert Wise (un hombre que luego triunfaría con sus musicales West Side Story y Sonrisas y lágrimas, ambos incluidos en EL) que logra realmente que una comunicación interplanetaria se presente como una relación totalmente humana.

En el reparto, el peso caía en hombros de Patricia Neal, una actriz de la época que representó como nadie a la nueva mujer, fuerte, libre e independiente que surgió a través de los esfuerzos de este sexo realizados durante la contienda bélica. Perfecta en su retrato.

Y, por supuesto, la banda sonora del genial Bernard Hermann, que elevó al status de música galáctica una banda sonora en la que destacaba, radicalmente, el uso del theremin, un instrumento que luego sería utilizado ad infinitum en la siguiente década.

Hay un remake de 2008, protagonizado por Keanu Reeves y dirigido por Scott Derrickson, que pierde toda su fuerza, precisamente, por contar con lo que no tuvo la primera versión: medios económicos. Con muchos efectos especiales y con las historias matizadas para que resulten más modernas, el resultado es, sencillamente, decepcionante.

Eso sí, para gozar de esta película en toda su extensión, prepárense con palomitas, manta de sofá y, aunque a veces se escapen risas por los torpes efectos visuales, dense un rato para pensar en el mensaje que se transmite.

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